Nuestro obispo, don Ginés García Beltrán, nos invita a vivir esta Cuaresma como una peregrinación de esperanza en el contexto del Año Santo. Reflexionemos juntos sobre sus palabras:
Peregrinos de Esperanza en el Camino Cuaresmal
Nuestro Obispo nos recuerda que es un tiempo propicio para renovar nuestra vida, nuestra fe y nuestra caridad, siempre con la mirada puesta en la Pascua del Señor. La Cuaresma es un camino de conversión, de retorno a Dios y de confianza en su misericordia. En su carta, nuestro obispo toma como inspiración la exhortación de la Carta a los Hebreos: “Mantengámonos firmes en la esperanza que profesamos, porque es fiel quien hizo la promesa” (Heb 10, 23), recordándonos que la esperanza cristiana no es una ilusión, sino una certeza fundada en la fidelidad de Dios.
La conversión es el núcleo de la experiencia cristiana y una llamada que resuena con fuerza en la Cuaresma. No se trata de un mero cambio superficial, sino de una transformación profunda del corazón. Es en el corazón donde se decide el verdadero encuentro con Dios, donde el Señor quiere obrar para darnos un corazón nuevo, capaz de amar como Él. La conversión no es un instante mágico, sino un proceso que dura toda la vida y que requiere humildad, reconocimiento de nuestras faltas y apertura a la gracia divina. Nuestro obispo nos anima a vivir este camino con confianza, recordando que siempre somos esperados por el Padre, como el hijo pródigo, y que cada día es una nueva oportunidad para volver a Él.
Para recorrer este camino de conversión, la Iglesia nos ofrece medios espirituales fundamentales. En primer lugar, el examen de conciencia nos ayuda a reconocer nuestras debilidades a la luz de la Palabra de Dios, preguntándonos cómo podemos agradar más al Señor. La lectura y meditación de la Escritura son esenciales para alimentar nuestra vida interior y encontrar en ella la guía que necesitamos. Además, la Iglesia nos propone tres grandes prácticas cuaresmales: la oración, que nos une más profundamente con Dios; el ayuno, que nos ayuda a desprendernos de lo superfluo para centrarnos en lo esencial; y la limosna, que nos impulsa a la caridad activa con los hermanos más necesitados.
Cada domingo de Cuaresma nos ofrece un mensaje que ilumina este camino. Desde el primer domingo, en el que Jesús enfrenta las tentaciones en el desierto, hasta el quinto, en el que nos muestra su misericordia con la mujer adúltera, el Evangelio nos llama a la conversión y a confiar en la fidelidad de Dios. Nuestro obispo nos invita a meditar en estos textos y a acogerlos en nuestra vida como fuente de renovación espiritual. La paciencia de Dios con la higuera estéril, la luz de la Transfiguración, el abrazo del Padre al hijo pródigo o el perdón ofrecido a la mujer pecadora nos recuerdan que siempre hay esperanza para quien vuelve a Dios con un corazón sincero.
La Cuaresma no es solo un tiempo de renovación personal, sino también una llamada a la caridad y al compromiso con los demás. No podemos vivir nuestra fe de espaldas a los hermanos, especialmente a los más pobres y necesitados. Como el buen samaritano, estamos llamados a ser prójimos de quienes sufren, ofreciendo nuestra ayuda con generosidad y amor. La pobreza y el sufrimiento son una realidad que interpela a cada cristiano y a toda la Iglesia. Nuestro obispo nos exhorta a vivir la caridad con hechos concretos, promoviendo la justicia y la solidaridad en nuestras comunidades.
Finalmente, la esperanza es el hilo conductor de toda esta peregrinación cuaresmal. En un mundo lleno de dificultades, la esperanza cristiana nos sostiene y nos impulsa a seguir adelante con confianza. No es solo un deseo de tiempos mejores, sino una certeza basada en la fidelidad de Dios. Nuestro obispo nos recuerda que estamos llamados a ser testigos de esta esperanza, llevando luz allí donde hay oscuridad, ofreciendo consuelo y apoyo a quienes lo necesitan. La Cuaresma es, en definitiva, un camino de renovación que nos prepara para la Pascua, para vivir con mayor plenitud nuestra fe y nuestra vocación cristiana. Que la Virgen María nos acompañe en este tiempo santo y nos ayude a mantenernos firmes en la esperanza que profesamos.